Álvaro fue llamado por un hombre a través de las desgastadas ventanas. Mi prima recelosa, me llamó desde el otro lado de la habitación para que conociera al padre del niño que había robado su tierno corazón de quinceañera.
En cuanto atravesé la puerta de madera tallada, vine a darme de bruces con la mezcla perfecta de verde y dorado de unos ojos que me miraban inquietos. Yo conocía esos ojos, los había visto infinidades de veces en mis sueños como para no reconocerlos en ese instante.
Él también me miraba. No eramos capaces de intercambiar palabra alguna, ni eran necesarias. Instintivamente nos acercamos y lentamente nuestras manos se tocaron casi con incredulidad.
- Lo siento. He llegado demasiado tarde.
Dije comprendiendo que Álvaro era su hijo y que debería de estar casado o tener algún tipo de relación amorosa.
- No- dijo negando con la cabeza- Llegas en el momento justo. Llevo esperando por ti toda mi vida.
- Pero él es tu hijo.
- Piénsalo, tiene quince y yo apenas si cumplo los 25. Soy su tutor.
- Aun no- dijo con ojos pícaros- Yo solo quiero estar con la mujer que se hace niña frente a una verdadera amistad, la que escribe historias mientras viaja en el autobús. La que sueña con mis labios tanto como yo sueño con los suyos.
Y mientras acerca mi rostro al suyo, susurra labio contra labio También es mi primer beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario