Le veía por fin, y no se parecía en nada a lo que había imaginado.
Su olor se quedo impregnado en cada poro de mi cuerpo.
Nunca pensé que realmente me gustarían las barbas y hoy estoy aquí babeando, literalmente por una.
Y sus labios eran mas suaves que la seda, tan delicados como el cristal y tan perfectos como la primera gota de lluvia en primavera.
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