Llevas segundos, minutos, horas, días,
meses o incluso años,
suspirando e imaginado sus rojos y carnosos labios sobre los tuyos.
Sueñas e idealizas su sabor y su calor,
y te abrazas tanto a la almohada imaginado que es él,
que te estrecha contra su cuerpo,
que aun no siendo el mas bonito ni el mejor desarrollado
sientes que es perfecto porque irradia un calor y una ternura
que convierte sus manos en rosas,
tan frágiles y delicadas como tu propia alma.
que aunque huele a ti, en ese momento solo puedes desear,
que sea su cuerpo el que caliente el tuyo.
Y te bese 1, 2 y mil veces.
La primera para comprobar que él realmente existe,
la segunda para darte cuenta de que no es cierto
y las otras mil es el proceso en el que sierras los ojos
y revives el primer beso una y otra vez
para seguir soñando con que algún día no sea un sueño
sino una realidad.
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